Soto y Bartesaghi advierten por el “caos autogenerado” del presidente, pero ven oportunidades para el país en la guerra comercial con China.
El pasado miércoles 2 abril, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición global de aranceles recíprocos a todos los países del mundo, decisión que suspendió este miércoles 9 de abril por un plazo de 90 días, a excepción del caso de China, que enfrentará tarifas de hasta 125%.
La medida, que parece intentar dar aire a la economía global mientras mantiene la presión sobre su principal adversario comercial, reabre el debate sobre las tensiones geopolíticas que atraviesan el comercio internacional, pero también pone a países como Uruguay en una posición incómoda.
“Estamos atravesando niveles de incertidumbre solo comparables a los de la pandemia”, afirmó el economista Marcos Soto en diálogo con Montevideo Portal. El experto calificó la política económica del presidente republicano como “errática, anacrónica y autogeneradora de caos”, y sostuvo que las idas y vueltas de Trump dañan la credibilidad de Estados Unidos, incluso dentro de su propio sistema.
Soto recordó que el mandatario ha reivindicado abiertamente las ideas del expresidente William McKinley, defensor de un sistema tributario basado en aranceles. “Eso es pensar la economía con una lógica de hace 140 años. Como si las cadenas globales de producción no existieran”, opinó.
Para el economista, el objetivo real de Trump es frenar el avance económico y tecnológico de China, que hoy lidera los registros de patentamientos e innovación en áreas clave como la inteligencia artificial o los vehículos eléctricos. “Estados Unidos ve cómo le arrebatan la construcción del futuro”, apuntó.
Sin embargo, esa cruzada no es gratuita. Soto señaló que el déficit comercial estadounidense “es histórico” y que este tipo de medidas ya generaron una erosión en la imagen de Trump, pérdidas bursátiles no vistas en casi 40 años, e incluso presión desde figuras como Elon Musk.
Aún así, Uruguay podría encontrar ventajas en el escenario actual. Primero, porque América Latina fue “relativamente poco golpeada” por la primera ola de aranceles. Y segundo, porque si China reduce compras a Estados Unidos y mantiene su demanda de bienes agropecuarios, podría volcarse más hacia países como Uruguay.
“La carne, la soja, el trigo; todo eso China lo va a seguir comprando”, explicó Soto y agregó que “si le sale más caro importarlo de Estados Unidos, va a buscar otros proveedores en la región”.
Por otro lado, Ignacio Bartesaghi, doctor en Relaciones Internacionales y director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica, coincidió en parte del análisis. “Uruguay no está en el peor de los escenarios”, dijo este miércoles en entrevista con Viva la tarde (Radio Sarandí).
A su entender, países como Chile, Colombia o Perú —que tienen un tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos— están “más expuestos”, ya que Trump decidió ignorar varios de esos acuerdos y aplicar aranceles igualmente.
Aun así, Bartesaghi alertó por el impacto sobre uno de los sectores más sensibles de la economía uruguaya: la carne. “Casi el 90% de los aranceles que Uruguay paga en EE. UU. los paga por carne”, afirmó. Según explicó, el país tiene una cuota que permite exportar sin aranceles, pero hoy Trump está cobrando un 10% dentro de esa misma cuota, lo que violaría acuerdos internacionales.
Para el especialista, el camino uruguayo debe ser el de la diplomacia silenciosa. “Hay que pasar por debajo del radar”, recomendó. “Ir a Estados Unidos, sentarse con la USTR [Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos] y decirle: ‘¿Qué te preocupa? ¿La tasa consular? ¿El 19% en químicos? Te lo bajo, pero vos eliminá este 10% que me estás cobrando’”, opinó.
Tanto Soto como Bartesaghi coincidieron en que la actitud de Trump no es sostenible con el tiempo. Para el economista, la presión interna —tanto política como empresarial— terminará por forzar un repliegue. Bartesaghi, por su parte, apuntó a que “la coherencia del sistema” y el peso del establishment republicano siguen operando: “Esto no es Nacional-Peñarol, no se trata de estar a favor o en contra de Trump. Se trata de defender las reglas del juego”.
A partir de la visión de los expertos se puede sacar en limpio que, por ahora, el tablero global permanece incierto: Trump subió el tono contra China, que respondió con medidas similares, y el resto del mundo observa con cautela.
Para Uruguay, el desafío, entonces, es mantener su perfil bajo, aprovechar las grietas del sistema y, en palabras de Soto, “negociar en el mano a mano” como siempre lo ha hecho.