Representantes de Estados Unidos y Europa afirmaron que podría ser un punto de inflexión en esta guerra que ya lleva 15 meses en curso.
Por The New York Times | Julian E. Barnes y Steven Erlanger
WASHINGTON — Después de meses de espera, la semana pasada, las fuerzas ucranianas —recién entrenadas en tácticas de guerra complejas y provistas con un sofisticado armamento occidental de miles de millones de dólares— iniciaron operaciones en múltiples frentes con el fin de expulsar a las unidades militares rusas atrincheradas, una contraofensiva que muchos representantes de Estados Unidos y Europa afirmaron que podría ser un punto de inflexión en esta guerra que ya lleva 15 meses en curso.
Mucho depende del resultado. Casi no hay duda de que esta nueva campaña militar va a afectar las deliberaciones sobre el respaldo futuro a Ucrania, así como los debates sobre la manera de asegurar su futuro. Sin embargo, lo que todavía no queda claro es lo que Estados Unidos, Europa y Ucrania consideran una contraofensiva “exitosa”.
En público, los representantes estadounidenses y europeos están dejando cualquier definición de éxito al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Por el momento, Zelenski no ha establecido ningún objetivo público además de su exigencia expresada con frecuencia de que los soldados rusos salgan de toda Ucrania. Se sabe que es un maestro de la comunicación; cualquier precepción de que esté dando marcha atrás a esa gran aspiración podría poner en riesgo el apoyo con el que cuenta en un momento crucial.
En privado, los representantes de Estados Unidos y Europa reconocen que es muy poco probable expulsar a todas las fuerzas rusas de los territorios ocupados en Ucrania. No obstante, surgen dos temas como ideas claras de “éxito”: que el Ejército ucraniano recupere y se aferre a extensiones fundamentales de territorio antes ocupado por los rusos y que Ucrania le propine al Ejército ruso un golpe aplastante que obligue al Kremlin a poner en duda el futuro de sus posibilidades militares en Ucrania.
Cierto éxito en el campo de batalla, ya sea al diezmar al Ejército ruso, recuperar algunos territorios o ambas cosas, podría ayudar a Ucrania a asegurar más ayuda militar de Europa y Estados Unidos. Esto también generaría confianza en las capitales de los aliados de que está funcionando su estrategia de reconfigurar las fuerzas ucranianas para convertirlas en un ejército al estilo occidental. Y lo más importante es que ese resultado generaría más apoyo en Europa para que haya una especie de garantía de seguridad a largo plazo para Ucrania y fortalecería las posibilidades ucranianas en una mesa de negociaciones.
Ucrania ha demostrado que puede realizar ofensivas exitosas como la del año pasado, en la que recuperó un vasto territorio en el este de Járkov y, tras un largo combate, recobró Jersón, la ciudad del sur.
Las agencias de inteligencia de Estados Unidos han determinado que los escenarios más probables son pequeñas victorias de Ucrania en la etapa inicial del combate, como la recuperación de algunas partes deL Dombás, o expulsar a Rusia de las zonas agrícolas y mineras en el sureste ucraniano.
Tomar la planta nuclear en Zaporiyia sería una victoria tanto simbólica como estratégica que regresaría a manos ucranianas una de las plantas nucleares más grandes del mundo y una importante fuente de energía.
Los representantes estadounidenses y europeos afirman que es fundamental que Ucrania aísle, o al menos estreche, el llamado puente terrestre: la gran extensión de territorio que tomó Rusia entre la frontera y la península de Crimea, la cual se ha convertido en una ruta principal de suministro para la base militar que construyó ahí.
Ucrania quiere recuperar su costa del sureste en el mar de Azov. Si Ucrania pudiera mandar sus fuerzas a la franja costera y aislar a Crimea, sería una gran victoria para Zelenski. Pero incluso si las fuerzas ucranianas no llegaran al mar, y más bien tomaran ciudades de tamaño mediano en el sur de Ucrania, eso estrecharía el puente terrestre.
Desde esas posiciones, las fuerzas ucranianas podrían usar artillería de mediano alcance para amenazar los puestos de comando de Rusia en Crimea y todos los convoyes de suministro militar que mande Rusia a todo lo largo de la franja costera. Aunque, según los representantes estadounidenses, las fuerzas rusas en Crimea por el momento están bien abastecidas, sitiar el puente terrestre les dificultaría la temporada de invierno.
Recuperar territorio es una cosa, pero, de acuerdo con los representantes estadounidenses, lo que es indispensable es que las fuerzas ucranianas se aferren a él.
En esencia, Estados Unidos y sus aliados estarán observando la contraofensiva para tener pruebas de que es acertado su plan de reconfigurar el Ejército ucraniano para convertirlo en una fuerza moderna que combata con las tácticas de la OTAN y que pueda emplear tanto maniobras complejas como equipo avanzado que le permitan a una fuerza más pequeña derrotar a una más grande.
Una buena actuación de parte de Ucrania tendrá la ventaja adicional de debilitar el ánimo de los soldados rusos. Por el momento, el Ejército ruso sufre un desabasto importante de armas y de personal: Rusia se vio obligada a sacar de los almacenes tanques que tenían décadas de antigüedad para usarlos en el combate y ha recurrido a conscriptos mal entrenados. Es casi seguro que esas carencias no permitirán que las fuerzas rusas se aprovechen de cualquier tropiezo de Ucrania ni monten su propia ofensiva en los próximos meses.
“Moscú ha sufrido pérdidas militares que tardará años en reconstruir y que lo hacen menos capaz de plantear una amenaza militar convencional contra Europa y de operar con asertividad en Eurasia y en el ámbito internacional”, le dijo al Senado el mes pasado Avril D. Haines, directora de inteligencia nacional.
No obstante, las fuerzas rusas están comenzando a recuperarse: están perfeccionado sus tácticas y practicando mejores operaciones de defensa.
Por ahora, la fuerza aérea rusa ha estado muy ausente en la guerra, y la defensa aérea de Ucrania ataca y amenaza a los bombarderos y los aviones de combate rusos. Estados Unidos y sus aliados han intentado suplir el desabasto de equipo de defensa aérea ucraniana, pero si Rusia lanza por aire bombardeos más agresivos contra Ucrania, podría plantear una dificultad durante la contraofensiva.
Los representantes estadounidenses y europeos afirman que un objetivo primordial de la contraofensiva debe ser debilitar aún más al Ejército ruso. Este año, las fuerzas rusas han cobrado un enorme número de víctimas en el combate de Bajmut, al este de Ucrania. El éxito, como dijo un embajador de la OTAN, consistiría en hacer retroceder a Rusia y matar a muchos soldados rusos.
Según las agencias de inteligencia de Estados Unidos, otro posible escenario es que los rusos cometan un error, por ejemplo, al apostar a sus soldados en el lugar equivocado o defender con demasiada suavidad una línea de trincheras, lo cual podría permitirle a Ucrania atravesar las líneas y asestar un golpe demoledor a los soldados rusos.
Desde luego que a algunos representantes de los aliados les preocupa que Ucrania tenga demasiado éxito. Una gran pérdida de soldados podría obligar al presidente ruso Vladimir Putin a movilizar una franja más amplia de su población para reforzar su Ejército.
Además, aunque los representantes estadounidenses afirmaron que ha disminuido el riesgo de que Putin use armas nucleares, las agencias de inteligencia estadounidenses afirman que una derrota total en Ucrania o la pérdida de Crimea son dos escenarios en los cuales podría ordenar el uso de alguna arma nuclear.
Es más fácil evaluar una contraofensiva fallida. Si las líneas de combate permanecen relativamente sin cambios o Ucrania no puede recuperar una ciudad importante, es probable que algunos representantes de las capitales aliadas o el Congreso planteen dudas acerca de la guerra, sobre todo si los ucranianos pierden demasiados soldados y gran parte del equipo queda destruido.
Estados Unidos, los aliados de la OTAN y Ucrania han estado entrenando a cerca de 30.000 soldados en maniobras de armas combinadas —un estilo complejo de ensayos bélicos que implican una comunicación constante entre tanques, artillería, aviones de combate y fuerzas de infantería— con el objetivo expreso de dirigir la contraofensiva.
Si los ucranianos no logran avances significativos con estas maniobras, esto podría poner en duda la estrategia estadounidense a largo plazo de reforzar a Ucrania con armamento más sofisticado y entrenamientos complejos.
Según diplomáticos europeos, en el fondo, el fracaso se vería como un Ejército ucraniano que no ha aprendido a pelear, que ha perdido el equipo que le dieron en los últimos meses y que no recobró ningún territorio para justificarlo… y un Ejército ruso listo para renovar su impulso.
A pesar de algunas víctimas iniciales, y de las duras defensas rusas en el este, los representantes estadounidenses albergan la esperanza de que Ucrania tenga suficientes logros, aunque sean graduales, como para calificar de exitoso al combate. Cuando habló el jueves con el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, el presidente Joe Biden dejó de lado los temas del futuro financiamiento para la lucha ucraniana.
“Creo que tendremos el financiamiento requerido para apoyar a Ucrania el tiempo que sea necesario”, señaló Biden. Soldados de la 110° Brigada Mecanizada disparan contra las posiciones rusas en la región de Donetsk, en el este de Ucrania, el miércoles 7 de junio de 2023..